Puntuación: 2,5/5
Fecha: 17 Mayo
Lugar: Arebeta Bidea 11, Berango
Precio: 42€ aprox.
Es sábado y vamos a cenar algo por ahí, después de pensar un poco nos decantamos por una cervecera. Y como nosotros otras decenas de personas, porque según llegamos allí y pedimos mesa para dos el camarero nos dice que tendremos una espera de entre 30 y 45 minutos. Era más o menos pronto y no teníamos prisa, y como ya estábamos allí.....pues decidimos pedir algo para tomar y esperar.
No sé muy bien por qué por allí se paseaban un par de parejas un tanto....sacados de MYHYV (que cómo será el programa que ni siquiera saben que las conjunciones, preposiciones y artículos se omiten en las siglas). Como no es un blog de crítica de moda lo dejaré pasar, pero tela con aquellas recauchutadas y demás canis y chonis.
Llevaríamos esperando como 20 ó 25 minutos cuando nos avisaron, después de que una mesa de seis personas no apareciese a su llamada.
Nos sentamos al lado de la chimenea de la entrada, y como hacía tiro al exterior y había corriente me moví de sitio. Tras decidir qué comer pedimos una ración de croquetas caseras, unas gambas al ajillo y un escalope y un cordón bleau de ternera.
Todo más o menos rápido, primero las croquetas seguidas de las gambas y por último los segundos platos. He de decir que con uno de los dos segundos platos para compartir entre los dos hubiera sido suficiente, las raciones son amplias. Además acompañan los platos con patatas y pimientos rojos.
Las gambas al ajillo estaban muy buenas, recomendables. Las croquetas pues ni bien ni mal, caseras y listo.
A mitad de comida, en el segundo plato, veo como una camarera subida en el escalón que separa la zona de barra del comedor mira al suelo fijamente y pone cara de asco. Los de la mesa de al lado se quedan mirando también, y un camarero con platos en las manos lanza lentamente el pie y se oye un visceral ccrrraaaacckksss. Una cucaracha. En mitad del comedor.
Me imagino que pasa hasta en las mejores familias, que cualquier restaurante decente puede tener una o dos cucarachas y más cuando tiene campas a su alrededor, pero no quiero verlas, ni oirlas crujir. Llamadme raro pero no me abre el apetito. Tampoco me dan arcadas pero entiendo que no es de muy buen gusto.
Dejando de lado el pequeño incidente, no pudimos acabar el segundo plato por estar llenos, y pedimos un postre para compartir. Una tarta de queso. Y nos trajeron una gelatina de tarta de queso, que no sabía a queso, y con una base de galleta compactada y maciza.
Al día siguiente llevé a Jurrus allí porque había quedado para comer después de una bonita visita a la concentración de clásicos de Plentzia; y la cervecera estaba aún más llena si cabe, con cola de gente por el exterior del local.
Página web: El Molino
No hay comentarios:
Publicar un comentario